Título: El hombre que perseguía al tiempo
Autora: Diane Setterfield
Tapa dura, 423 páginas
Editorial Lumen, año 2013
Argumento
William acababa de cumplir diez años cuando consiguió la admiración de todos sus amigos: su ojo experto apuntó a un grajo que descansaba en un árbol lejano y, tras un instante de concentración, el tirachinas dio en el blanco. Nada grave, en apariencia; solo una chiquillada, pero desde entonces su vida cambió y William se propuso olvidar el pasado, trabajando duro para adelantarse al tiempo y a sus leyes.
Los años fueron pasando, y un hombre vestido de negro empezó a rondar a William en las circunstancias más trágicas. Nació así una extraña unión entre los dos caballeros, y se inauguró en Londres una tienda espléndida, donde se exponían las telas y los complementos adecuados para el duelo de los difuntos. El negocio fue un éxito, y William durante un tiempo pensó que su apuesta por el olvido era acertada, pero llegó un día en que un grajo muy negro surcó el techo acristalado del almacén y de golpe el pasado volvió, cargado de secretos y dispuesto a tomarse su venganza...
Reseña

Aparte de su trabajo novelístico, tiene varias publicaciones de carácter académico sobre literatura francesa de los siglos XIX y XX (extraído de la web de Lecturalia).
Diane Setterfield ha escrito una oda a la vida en su más pura expresión. Tal vez otros no lo vean pero al acabar de leer el libro ese ha sido el mensaje o moraleja que me ha quedado: disfruta de la vida. Nunca sabes cuando puede llegarte la hora.
La novela está ubicada en el Londres victoriano. El personaje principal, William es un chico trabajador y conseguirá grandes éxitos a lo largo de su carrera, pero no podrá decir lo mismo de su vida familiar, la cual queda pronto arruinada por una pandemia. Metódico como es, decide dedicarse durante cuerpo y alma a observar y tomar notas para ver si consigue el tan ansiado milagro, pero será con un encuentro fortuito cuando logré salvar la vida de la única hija que le queda con vida, Dora, el único personaje que se ve verdaderamente cercano a él y al que la autora ha descrito con mayor detalle.
El libro nos narra la vida en una fábrica de telas, los problemas que surgen a diario y cómo William consigue implantar nuevas mejoras para hacer que la fábrica incremente sus beneficios. También conocemos los métodos funerarios de la época y cómo estos cambiaron cuando se aprobó la ley que permitía incinerar los cadáveres. A lo largo del libro puede verse una cuidada documentación a la que no le falta detalle.
Además, repartidos por todo el libro veremos reminiscencias de su niñez cuando compartía vivencias con niños de su edad, como su primo Charles o el panadero Fred, a quienes la Muerte se lleva pronto. Este es el contrapunto con todo el trabajo que leemos ha realizado a lo largo de su vida y que nos dice que "solo ha vivido para trabajar". Algo de lo que nunca se ha quejado y ha disfrutado verdaderamente.
Los grajos serán un punto importante y común, de tal manera que ocupan capítulos sueltos para describirlos, hablar de sus cualidades, etc. Los grajos y el misterioso hombre de negro que aparece en todos los funerales a los que William acude serán la clave de la historia. A lo largo de la lectura me planteé dos posibles soluciones y una de ellas fue la acertada, por lo que no ando muy desacertada al decir que es algo previsible. Sin embargo, eso no le quita mérito a su cuidado lenguaje, sus bonitas descripciones y la historia que hay de telón de fondo.
Es un libro que me ha gustado y volveré a probar suerte con la autora en "El cuento número trece" que lleva en mi lista de pendientes desde hace años.
Diane Setterfield ha escrito una oda a la vida en su más pura expresión. Tal vez otros no lo vean pero al acabar de leer el libro ese ha sido el mensaje o moraleja que me ha quedado: disfruta de la vida. Nunca sabes cuando puede llegarte la hora.
La novela está ubicada en el Londres victoriano. El personaje principal, William es un chico trabajador y conseguirá grandes éxitos a lo largo de su carrera, pero no podrá decir lo mismo de su vida familiar, la cual queda pronto arruinada por una pandemia. Metódico como es, decide dedicarse durante cuerpo y alma a observar y tomar notas para ver si consigue el tan ansiado milagro, pero será con un encuentro fortuito cuando logré salvar la vida de la única hija que le queda con vida, Dora, el único personaje que se ve verdaderamente cercano a él y al que la autora ha descrito con mayor detalle.
El libro nos narra la vida en una fábrica de telas, los problemas que surgen a diario y cómo William consigue implantar nuevas mejoras para hacer que la fábrica incremente sus beneficios. También conocemos los métodos funerarios de la época y cómo estos cambiaron cuando se aprobó la ley que permitía incinerar los cadáveres. A lo largo del libro puede verse una cuidada documentación a la que no le falta detalle.
Además, repartidos por todo el libro veremos reminiscencias de su niñez cuando compartía vivencias con niños de su edad, como su primo Charles o el panadero Fred, a quienes la Muerte se lleva pronto. Este es el contrapunto con todo el trabajo que leemos ha realizado a lo largo de su vida y que nos dice que "solo ha vivido para trabajar". Algo de lo que nunca se ha quejado y ha disfrutado verdaderamente.
Los grajos serán un punto importante y común, de tal manera que ocupan capítulos sueltos para describirlos, hablar de sus cualidades, etc. Los grajos y el misterioso hombre de negro que aparece en todos los funerales a los que William acude serán la clave de la historia. A lo largo de la lectura me planteé dos posibles soluciones y una de ellas fue la acertada, por lo que no ando muy desacertada al decir que es algo previsible. Sin embargo, eso no le quita mérito a su cuidado lenguaje, sus bonitas descripciones y la historia que hay de telón de fondo.
Es un libro que me ha gustado y volveré a probar suerte con la autora en "El cuento número trece" que lleva en mi lista de pendientes desde hace años.