La novela está estructurada en 16 capítulos, algo largos diría, pero no se hacen nada pesados pues la trama está muy bien distribuida. Entretenida, pero no al punto de ser adictiva. La historia avanza de forma lineal, aunque se nos cuentan cosas del pasado a través de diálogos (nada de flashbacks) que nos pondrán en antecedentes, tanto a la protagonista como a nosotros, de lo que está ocurriendo.
Está muy bien planteada y, aunque el desenlace no se hace precipitado, al ser abierto me ha decepcionado un poco. Ya sabéis que me gusta que el escritor/a deje los cabos bien atados.
Está contada en primera persona y, a través de los ojos de Jimena, vamos descubriendo que tras todas esas capas de normalidad que muestra el señor Lemoine y la empresa en la que trabaja Jimena, hay mucho más que contar.
Es un thriller en toda regla, pero además tiene tintes románticos. Conocemos la relación de Jimena con Asier desde el minuto 1. Cuando se conocen, lo que comparten y cómo, poco a poco, lo que les une es más que lo que les separa (su edad). Los prejuicios de la sociedad están presentes en la historia y, sobre todo, en Jimena que ha vivido y ha sido educada con esa mentalidad por lo que no es nada fácil deshacerse de ella.
Los personajes no son totalmente redondos, pero tienen la capacidad a través de sus acciones y diálogos de transmitirnos lo que han vivido, sus sensaciones y lo que les mueve por lo que para mí es más que suficiente.
La novela se ubica en lugares reales como son Barcelona y Gerona. La descripción de los lugares que visita Jimena nos hace sentirnos dentro de la propia historia y tener miedo dentro de una casa en medio de la nada o dentro del sótano de una antigua librería.
Se narra en pasado (con detalles sutiles que hacen ver que ya ha ocurrido y se conoce el desenlace, lo que no es del todo verdad), a excepción del último capítulo, que se cuenta en presente, como un epílogo de la novela.
En resumidas cuentas, he disfrutado de este libro y no descarto leer más cosas de la autora.